Por Gerardo Carchio*
La vertiginosidad en los cambios que Internet ha impreso en las organizaciones es una aseveración que ha perdido potencia. Que el cambio ha llegado para quedarse es otro slogan que ha pasado de moda. Hay una velocidad en la gestión de los negocios que nunca volverá a ser lo que fue. Los medios tecnológicos cada vez son más sofisticados y los negocios pujan por estar a la altura y a la velocidad de un juego comercial fascinante, absolutamente cambiante que pulsea día a día con la capacidad humana de aprovecharlos.
No hace mucho tiempo, un emprendedor decidía abrir un pequeño local y ese cliente que atravesaba la puerta era la posibilidad de venta. Podía verlo caminar, observar su actitud frente a los productos exhibidos y la oportunidad de captarlo y cerrar una venta.
Nuestro emprendedor creció y hoy su local es un edificio de varios pisos donde los clientes entran y salen con muy poca posibilidad de un contacto tan personalizado. La delegación en un equipo de colaboradores y el anonimato de un cliente que se mide con cuentaganados fue despersonalizando ese amor inicial que se basaba en una relación directa, física, concreta.
Nuestro amigo siguió creciendo y entendió que hoy hay muchos clientes que ya no entran a su local pero que lo hacen por Internet. Así desarrollo una página para poder ofrecer su espacio en esta arena virtual. Internet no distingue poderosos del resto. Una buena capacidad de pesca en el mundo virtual ecualizara los enormes esfuerzos e inversiones que nuestro querido emprendedor ha hecho para seducir a sus amados clientes con otros que saben amar virtualmente y con poco lujo tienen “mucho levante”.
Los pasos, el perfume, el modo de mirar, la actitud de aquel primer cliente que ingresaba al primer local se ha condensado en un simple click en una página.
Mientras tanto el ser humano sigue siendo extremadamente sensible a la presencia personal, al contacto directo y le cuesta traducir un click, aparentemente impersonal en un sitio virtual, en aquella incomparable experiencia de compra sensorial y directamente personal.
Las organizaciones de hoy están fuertemente orientadas a un comercio virtual. Muchas veces confundidos con una excesiva idealización de los recursos tecnológicos, han subestimado el desarrollo que necesitan sus recursos humanos para sensibilizar ese amor virtual que despierte pasión por un click.
En cada click, en cada persona que hoy ingresa en una página web hay un cliente que espera una respuesta, que ha expresado su interés por nosotros.
¿Estamos seguros de tener una organización orientada al amor virtual que convierta cada click en un contacto, un contacto en un llamado, un llamado en un prospecto y un prospecto en un cliente satisfecho?
El desarrollo de las organizaciones sigue proponiendo enormes desafíos a los recursos humanos de las organizaciones. La capacidad para sincronizar la velocidad tecnológica con la emocional de las empresas se constituirá en la clave que divida los negocios exitosos de aquellos que, vestidos de fiesta, olvidan que seguimos necesitando como clientes, ser queridos y que nos digan que nos quieren.
Entrenemos a nuestras organizaciones en esta nueva Intimidad Digital.
* Carchio es consultor de empresas en RRHH y coach ejecutivo, docente, psicólogo, esposo y padre. Ha escrito numerosos artículos y ha sido conferencista en temas vinculados al liderazgo empresarial y la gestión del talento humano.