Por Martín Tami
Toda época tiene su moneda de cambio. Ese circulante verbal que pasa de boca en boca, de texto en texto, de post en post. La emisión semántica prolifera en consignas, lugares comunes, caballitos de batalla, formas más o menos inocentes de quedar -o caer- bien.
Hace un tiempo me asaltó la idea de que esta época -nuestra época- tiene algunas palabras gastadas. Es decir, palabras que usamos demasiado. Que decimos sin pensar. Que leemos, escribimos y posteamos a lo zombi, como dealers del lenguaje, como formas puras de la vulgaridad.
Entiéndase bien: no son palabras malas, malas palabras; no son palabras impropias. Son, sencillamente, palabras gastadas. Palabras que repetimos mucho. Y que a fuerza de repetir tanto acabamos gastando.
Rápidamente se me ocurrieron diez. El archivo de notas del teléfono vino a darle un abrazo de consuelo a mi ansiedad. Ahora me propongo volcarlas acá, en esta suerte de bitácora extraña en que está deviniendo mi vida (literaria). No hay otro criterio del orden en que aparecen fuera de la más llana arbitrariedad.
- Talento. Deseo de todos, pero acervo de algunos.
- Desafío. A ver si todo esto tiene algún sentido más adelante.
- Innovación. ¿Y si confiamos más en quien hace nuevas todas las cosas?
- Impacto. La revolución con 5G y fotos de perfil.
- Empatía. Esta me duele, porque algo tengo escrito sobre ella.
- Diversidad. Que nadie se ofenda.
- Sostenibilidad. Cierta contradicción performativa.
- Networking. Una forma elegante de venta.
- Bizum. Acaso la última utopía de una generación sin utopías.
- Match. El amor se muere y nosotros lo estamos matando.
Martín Tami es Filósofo, gestor de proyectos y educador. Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid.