De las diferentes capacidades de la Inteligencia Artificial – IA emanan multitud de aplicaciones posibles. Casi sin darnos cuenta, la IA se ha integrado en nuestro día a día. La llevamos en nuestro bolsillo, en nuestras pantallas, la tenemos en casa, en la escuela, en el trabajo e incluso en nuestros planes de ocio; y en el sector servicios, la industria y la agricultura.
Con mayor o menor éxito, muestra sus armas en el camino hacia la personalización en sectores como la medicina, la educación e incluso la belleza y, en general, el consumo.
También persigue la optimización, ya sea del tráfico, de la cadena de suministro, de los cultivos; del rendimiento empresarial mental y físico. Es incluso capaz de componer música o generar creaciones artísticas.
Las consultoras sitúan a la IA como la mayor oportunidad comercial para empresas, industrias y naciones en las próximas décadas. Se prevé que el mercado global de software de Inteligencia Artificial experimente un crecimiento masivo en los próximos años: de alrededor de 9.500 millones de dólares en 2018 a casi 119 mil millones para 2025.
Entre los ejemplos de aplicación que presenta el informe de la Fundación Bakinter[i] seleccionamos en esta entrega los comentarios de David Weinberger referidos a las áreas de gestión y optimización de negocios.
Gestión y optimización de negocios
La economía conductual o del comportamiento trata de entender cómo el ser humano toma decisiones como agente económico, partiendo de la base de que no siempre lo hace de forma óptima. Las personas, tanto individuos como grupos, siguen todo tipo de atajos cognitivos cuando toman decisiones, compras e inversiones. Conocer dichos atajos es un medio para gestionar los riesgos y oportunidades de la innovación.
En el caso de la IA, la cuestión es cómo se puede usar para ofrecer a la gente no solo mejores y más oportunas recomendaciones y consejos, sino también más persuasivos. Estas recomendaciones se pueden emplear para optimizar el trabajo y su gestión, para reducir la incertidumbre y para aumentar las ventas.
Al contrario, también es posible tener éxito al abstenernos de anticipar lo que sucederá. Ejemplo de ello son las plataformas abiertas creadas por las compañías para que cualquier desarrollador pueda aprovechar sus productos y servicios, extenderlos a nuevos usos e integrarlos en otros productos que sus clientes utilizan en sus flujos de trabajo.
Las organizaciones crean estas plataformas abiertas porque saben que no pueden anticipar lo que un mundo de usuarios conectados querrá hacer con sus productos.
Otro ejemplo desde el ámbito de las empresas: lanzar productos con un conjunto mínimo de características, de modo que no haya necesidad de tratar de predecir lo que sus usuarios querrán hacer con sus productos.
Ambos son ejemplos de la falta de anticipación, sello distintivo de nuestras tácticas y comportamientos online.
Weinberger es Investigador Senior en Centro Berkman para Internet y Sociedad de la Universidad de Harvard.
[i] Del informe elaborado en la XXXII Reunión del Future Trends Forum – Fundación Bakinter