Por Mapre RE
En el último año se ha registrado un aumento récord en las temperaturas, consolidándose como el año más cálido desde que se tienen registros. Este incremento térmico ha venido acompañado de eventos climáticos extremos alrededor del mundo, afectando a poblaciones y ecosistemas. Algunos ejemplos notables incluyen sequías en España, inundaciones en China e incendios forestales en Chile.
El incremento en la frecuencia e intensidad de estos eventos extremos, cada vez más frecuentes y de mayor envergadura, representan un desafío para las aseguradoras, ya que lleva a un aumento en las reclamaciones de seguros. “Los siniestros relacionados con el clima, como pueden ser las inundaciones o sequías, entre otros, resultan más costosos en términos de indemnizaciones y obligan a las aseguradoras a reevaluar sus modelos de riesgo y políticas de cobertura”.
Así lo destaca un artículo de Mapfre en el que se aborda la repercusión del cambio climático en el sector de los seguros, el cual busca adaptar sus estrategias para poder ofrecer un servicio más eficiente en un contexto de incertidumbre climática creciente.
“La realidad climática es tozuda”
El impacto del cambio climático en el sector asegurador es relevante e influye en la gestión de riesgos y en la estructura de las pólizas ofrecidas. En el sector agrario, por ejemplo, y en concreto en España, los efectos del cambio climático han incrementado significativamente la incidencia de eventos climáticos extremos, dando como resultado una mayor frecuencia de siniestros relacionados con desastres naturales como sequías e inundaciones. Esto, a su vez, ha incrementado la carga financiera sobre los agricultores y, por ende, la intervención de las aseguradoras y del Consorcio de Compensación en territorios como España.
En este sentido, la Asociación de Ginebra ha señalado que las catástrofes naturales han aumentado las pérdidas aseguradas, destacando el impacto del cambio climático en el sector. Sin ir más lejos, la presidenta de Unespa, Mirenchu del Valle, comentó recientemente en un evento que el Seguro sabe adaptase a la realidad cambiante que vivimos y en la que confluyen muchas dinámicas, haciendo referencia al cambio climático como una de ellas. Además, aportó un dato: sólo el 25% de los daños por eventos climáticos en Europa está asegurado.
Del Valle destacó la importancia de la colaboración público-privada, mencionando los dos sistemas con los que el seguro cuenta: el CCS y Agroseguro, y subrayó el “elemento de enorme valor” que supone para la industria aseguradora. Sin embargo, afirmó que “la realidad climática es tozuda” y hay que adaptar el sistema a las nuevas situaciones que estamos viviendo. En este sentido, planteó la posibilidad de “repensar” los dos sistemas “teniendo en mente cuáles son los fenómenos meteorológicos que estamos viviendo actualmente y cuál debe ser el reparto entre esa colaboración público y privada”.
Nuevos enfoques en la evaluación y gestión de riesgos
Como se destaca en el artículo de Mapfre: “Las aseguradoras se enfrentan al reto de adaptarse a un entorno de riesgos cada vez más complejo, donde los modelos tradicionales de suscripción y compensación ya no son suficientes. Este contexto ha llevado al sector a explorar nuevos enfoques en la evaluación y gestión de riesgos, incluyendo la puesta en marcha de servicios adicionales de predicción y asistencia para mejorar la respuesta ante catástrofes”.
Ante este escenario, la innovación y los datos juegan un papel fundamental. Las aseguradoras cada vez recurren más al uso de los datos para mejorar la evaluación de riesgos, personalizar servicios y establecer la oferta económica de sus productos, sin comprometer la sostenibilidad de estos, para lo que es importante poner el foco en la prevención y el diagnóstico temprano. “Es en este punto donde entra en juego el gobierno y uso de los datos recabados”, se afirma en el artículo.
El análisis masivo de datos permite a las aseguradoras estudiar grandes volúmenes de información de diversas fuentes, facilitando la identificación de patrones y tendencias que ayuden a ajustar sus modelos de riesgo de manera más precisa a las condiciones cambiantes del entorno y anticipar eventos con mayor exactitud.
Además de análisis de datos, IA y machine learning también influyen en todo ese procesamiento de los datos y toma de decisiones, permitiendo automatizar la evaluación de riesgos y la gestión de siniestros, haciéndolas más eficientes y ofreciendo un mejor servicio a sus asegurados. Tampoco hay que olvidar el uso de sensores IoT en ciertos sectores que permiten monitorizar una actividad en tiempo real, ayudando a la anticiàción y reducción de la severidad de siniestros.
La alianza de Mapfre y Lobelia Earth
Un ejemplo de esto es la colaboración de Mapfre con Lobelia Earth para predecir el impacto del cambio climático en los riesgos físicos de las carteras aseguradas. “Se trata de un proyecto piloto realizado a través de la plataforma Lobelia.Climate mediante el cual se han evaluado y cuantificado de forma automática catorce indicadores extremos del clima comúnmente utilizados en siete peligros climáticos”, detallan desde el grupo asegurador.
“Conforme la frecuencia e intensidad de estos eventos extremos aumenta, la necesidad de abordar este desafío se agudiza. Por eso, en Mapfre llevamos años invirtiendo en el estudio de los riesgos de la naturaleza y trabajando con startups como Lobelia para investigar soluciones punteras, evaluar riesgos y ayudar a mitigarlos. Todo con el objetivo de cuidar lo que nos importa y de impactar de forma positiva en la sociedad y el entorno”, explica Juan Satrústegui, director de Riesgos de la Naturaleza de Mapfre Re.
Puedes leer el artículo completo de Mapfre aquí.
Fuente: Füture. Blog de Innovación para el sector asegurador (13 junio de 2024)