Por Fundación Innovación Bankinter
Joshua Barbeau, un escritor independiente de Canadá, navegaba por la red en una noche de diciembre de 2020 cuando se topó con GPT-3, un complejo software de desarrollo de chats de IA cofundado, entre otros, por Elon Musk.
Barbeau, que no había superado la muerte de su prometida, descubrió que podía recrear su personalidad y volver a hablar con ella gracias a estos algoritmos, capaces de adaptarse de una forma muy compleja al lenguaje humano. La conversación que mantuvieron fue tan inquietante y real que sus creadores decidieron cerrar la web, llamada Project December, inmersos en una gran polémica.
Lo que le ocurrió a Barbeau es solo un ejemplo más de lo delicado y complejo que es poner límites a la inteligencia artificial. También es un síntoma del choque que supone enfrentarnos a un mundo totalmente computarizado, un reto que también analizaremos de la mano de voces expertas en los próximos meses.
IA, regulación y ética
En un marco en el que la tecnología avanza en este sentido a pasos de gigante y la regulación le sigue a un ritmo muy lento, lo que nos queda como sociedad es poner el foco en la educación.
Comprender las ventajas de la aplicación de la inteligencia artificial en nuestro día a día, entender sus inconvenientes y descubrir de qué prejuicios partimos es un ejercicio complicado pero necesario para poder avanzar. Además, una vez superadas las barreras tecnológicas, debemos valorar cómo darles un uso que provoque un impacto positivo como sociedad.
Probablemente, la palabra que más ha acompañado al concepto de inteligencia artificial en los últimos años ha sido “ética”. Desde las administraciones se realizan esfuerzos por regular esta tecnología y garantizar que protege libertades, derechos e igualdad entre ciudadanos. Una de las últimas en tomar la iniciativa ha sido la UNESCO, que ha difundido una serie de recomendaciones éticas que sirven como guía para aplicar la IA de forma que proteja a las personas, respetando su privacidad, derechos y libertades, y fomente la no discriminación.
¿Nos quitan el trabajo los robots?
La aplicación de la inteligencia artificial a los entornos laborales va a suponer un impacto tan grande como lo fue la mecanización de trabajos agrícolas en el s.XX, que provocó una gran migración del campo a la ciudad y la creación de sociedades más urbanas.
Parte de la labor de educación en torno a estas tecnologías pasa por desterrar mitos como el hecho de que miles de personas vayan a quedarse sin empleo y ser sustituidas por robots o máquinas. Desde Fundación Innovación Bankinter lo analizábamos en detalle el pasado año: no se trata de máquinas Inteligencia artificial avanzada Y sus consecuencias para las personas sustituyendo a humanos, sino de máquinas complementándolos. Esto significa que muchos profesionales podrán dedicar más horas de su tiempo a tareas menos mecánicas.
¿Por qué emplear activos humanos en labores repetitivas y que pueden ser automatizadas? ¿Por qué no dedicar los recursos humanos a tareas asociadas con la creatividad, el pensamiento o la lógica? Sería, sin duda, el siguiente paso lógico en la evolución de la optimización de los recursos humanos en las organizaciones.
En España, la OCDE calcula que el 22 % de los empleos podrán ser automatizados en los próximos años. En la otra cara de esta historia, se calcula que en 2022 surgirán 133 millones de trabajos nuevos a nivel mundial.
¿Qué nuevas profesiones irán surgiendo y cuáles se irán reinventando por el camino? Personal de almacén, gestores de atención al cliente, puestos de administración… son algunos ejemplos de profesiones que serán completamente reinventadas por el impacto de la inteligencia artificial y la automatización. El reto para los próximos años tiene nombre propio: formación.
Fuente: Fundación Innovación Bankinter. Este capítulo forma parte del Informe Megatrends 2022, tendencias de innovación para el futuro, que recoge las principales tendencias de innovación que marcarán los próximos años. (Febrero de 2022)