Por Marcelo Vázquez Ávila
Retención del talento, expansión del talento, detección del talento, promoción del talento: la red y el mundo corporativo nadan literalmente en talento. Pero ¿qué es el talento? ¿Qué hay dentro de esa caja negra?
El talento son habilidades. Pero no blandas o “soft” (saber hablar en público, saber gestionar una agenda, etc.) ni duras o “hard” (conocimientos sustantivos en finanzas, ingeniería u otras materias), sino “Deep skills”, habilidades profundas.
¿Qué son las habilidades profundas?
Las habilidades profundas son cualidades complejas que marcan la diferencia tanto en ámbitos profesionales como personales. Estas habilidades no son algo que pueda tenerse, sino que están íntimamente relacionadas con lo que somos. Nos construyen e implican la adquisición de hábitos, cerrar compromisos y desarrollar determinadas capacidades.
Son la conjunción de saberes y haceres con ciertos componentes troncales del comportamiento humano, como el hábito, la actitud o el sentimiento.
Diferencias entre habilidades blandas, duras y profundas
“A las habilidades blandas se las respeta poco” -ha dicho Peggy Klaus, autora de The Hard Truth about Soft Skills– “pero son ellas las que harán que tu carrera se quiebre o despunte”. Sí y no. Sí: las habilidades duras te procuran eficacia y prestigio, sustentan tu desempeño laboral o comercial, sea cual sea tu campo, pero no, no bastan para ser un buen profesional, y sobre todo te arruina carecer de habilidades blandas si has de emprender o dirigir equipos o compañías.
Pero no, con las habilidades duras y blandas tampoco alcanza si aspiras a la excelencia. La palabra “excelencia” no debe asustarnos: incorpora una medida de grandeza, pero está dentro de los límites humanos. Excelencia no es perfección, no es un summum divino, sino una pretensión muy posible. Todos conocemos personas y profesionales excelentes, y nos consta que no son santos, genios o extraterrestres. Ese plus excelente te lo dan las habilidades profundas, que no son algo que pueda tenerse, sino algo que se es, e implican la adquisición de hábitos, cerrar compromisos y desarrollar determinadas capacidades.
El papel de las habilidades profundas en la estrategia empresarial
Abordar las habilidades profundas implica atender a las ciencias sociales, la ética, las humanidades y el Management. Como estos campos van cada uno a lo suyo, y rara vez se hablan, estas habilidades han permanecido fuera del radar de formadores, empresarios y empleados durante demasiado tiempo. Es el momento de que las empresas se las tomen en serio, las midan y las desarrollen, y hagan de ellas el eje de su selección, promoción y formación de personal. Mientras que las habilidades “duras” son técnicas y las blandas, “sociales”, las habilidades profundas son “arquitectónicas”, nos construyen. Son el núcleo de la transformación que necesitan nuestras sociedades y organizaciones en un tiempo sometido a la tiranía de la innovación sin freno.
¿Cuáles son esas habilidades profundas?
- Pensamiento crítico: entender argumentos ajenos —saber interpretarlos, analizarlos, criticarlos constructivamente y evaluarlos— y construir con rigor los propios. Habilidades lógicas, conocimiento de falacias y sesgos y excelencia conversacional, incluida la disposición a buscar la verdad cooperativamente con otros.
- Mentalidad emprendedora: empuje personal, capacidad para organizar y entender las necesidades de los empeños colectivos, ánimo en la construcción de proyectos y su presentación. Habilidades adaptativas y para vencer las frustraciones. Automotivación, autoeficacia y valentía.
- Creatividad: capacidad de resolver problemas complejos, para los que no existe una solución tabulada. Curiosidad y ánimo investigador. Originalidad en la creación de valor: conocimiento práctico de metodologías y procesos y disposición personal a la apertura mental, la ambigüedad y los proyectos que no tienen una recompensa inmediata.
- Autogestión: entender cómo se forman y se destruyen los hábitos, asentando los virtuosos y destruyendo los que son inútiles o dañan. Gestión eficiente del propio tiempo y los propios asuntos. Detectar el estrés, encontrar su óptimo y mantenerlo en sus límites virtuosos.
- Profesionalidad: seriedad, saber estar, tener palabra y cuidar de las personas por encima de las demás consideraciones. Responsabilidad, competencia (eficacia y eficiencia) y compañerismo. Honradez e integridad. Espíritu de servicio y asunción del deber civil de hacer un gran trabajo.
- Liderazgo: legitimidad ante los demás; autoridad moral que proviene del modo en que se trata a los demás, la generosidad, la disposición y la preparación. Disposición a enseñar, dar feedback y escuchar de manera activa. Conocimiento para detectar las motivaciones intrínsecas de los demás y saber activarlas. Dignidad en el mando.
- Trabajo en equipo y agilidad: ser un gran jugador de equipo, conociendo lo esencial del comportamiento de los otros. Ser un gran gestor de equipos, conociendo lo esencial de las dinámicas grupales y las metodologías más avanzadas para el trabajo ágil, veloz y autogestionado.
- Compromiso y propósito: capacidad para comprometerse con proyectos de largo alcance, venciendo a la adversidad y desarrollando sentido vital. Capacidad para forjar propósitos que por su legitimidad y atractivo arrastren a los demás, les permitan crecer y sacar lo mejor de sí mismos.
- Comunicación persuasiva: Expresarse por escrito y de palabra al máximo nivel, prestando igualmente atención al lenguaje corporal. Saber componer presentaciones y propuestas excelentes, tanto en las distancias cortas como en los distintos soportes tecnológicos. Conocimientos esenciales del marketing y la retórica.
- Negociación y gestión de conflictos: negociar para que ganen ambas partes: obtención de ventajas y cuidado de las relaciones a largo plazo. Gestión de conflictos personales y profesionales, evitando su escalada y aprovechando las oportunidades que representan.
- Inteligencia comercial: crear propuestas de valor que entiendan y sirvan al cliente. Organización de ventas; metodologías y herramientas de última generación para hacer un trabajo excepcional en ventas.
- Inteligencia emocional: entender y expresar emociones. Comprender cómo funciona el corazón humano, la diferencia entre emociones y sentimientos, los aspectos racionales e irracionales de nuestro comportamiento. Empatía, simpatía y compasión: educar el corazón para la profesión y la vida.
¿Cómo medir y desarrollar las habilidades profundas en las organizaciones?
Decía John Ruskin que una habilidad es la fuerza de la experiencia, el intelecto y la pasión cuando operan conjuntamente. Llevamos un tiempo, en el mundo empresarial, hablando de habilidades, y el debate se ha intensificado en la esfera educativa, que anda dando vueltas en torno a las “competencias”. Nos cuesta calibrar la importancia relativa de cada una de estas “fuerzas”, despistados como estamos hablando a todas horas del talento. Las habilidades profundas, que pueden medirse, trabajarse y mejorarse, son la clave de la gestión de personas en las organizaciones.
Fuente: Marcelo Vázquez Avila es Profesor del Instituto de Empresa Business School. Consultor en Temas de Alta Dirección. Autor. Coach. Publicado en su blog (4 febrero de 2024)