Por Juan Ramallo
Existe una máxima que se repite a través de generaciones que afirma que errar es humano. Desde chicos comenzamos a naturalizar que todos podemos equivocarnos y que hacerlo es la mejor manera de aprender. Sin embargo, a medida que vamos desarrollando nuestra vida y tomando mayores responsabilidades, nuestros errores pueden generar un impacto significativo en otros.
La actividad profesional es un claro ejemplo de esto. Además de los médicos, sobre cuyo riesgo hay un mayor grado de conciencia, otros profesionales y proveedores de servicios comenzaron a tomar conciencia de que sus decisiones pueden repercutir negativamente en sus clientes o terceros. Incluso con los mejores empleados y las mejores prácticas en gestión de riesgos, los errores se comenten. En este sentido, hoy en día cualquier profesional que preste un servicio está expuesto a recibir un reclamo legal. Por ello, en mercados como Europa y Estados Unidos se empezó a visibilizar ese riesgo y a considerar la necesidad de brindar respaldo ante estos casos.
Así llegaron las pólizas de Responsabilidad Civil Profesional a nuestro país, pensadas para profesionales independientes o empresas proveedoras de servicios con el fin de aminorar los riesgos que pueden ocasionar los perjuicios financieros causados a un cliente por distintos errores u omisiones en la prestación de un servicio. Las pólizas de seguro de E&O tienen diferentes alcances, pero la mayoría suele brindar cobertura a abogados, arquitectos, ingenieros, contadores, publicistas y consultores, entre otros, tanto de los gastos de defensa ante una eventual acción legal como del daño emergente. Por este motivo, estas coberturas se vuelven tan necesarias como otras a las que estamos más acostumbrados.
Entender el mercado a tiempo no es una tarea simple. No se trata de desarrollar soluciones sobre lo que se identificó que ya pasó, sino sobre lo que pasa y pasará. El futuro de la industria aseguradora, como de hecho se podría afirmar para cualquier otra, está en ganar velocidad de respuesta ante los riesgos emergentes y cambiar sus paradigmas en el momento indicado. Bajo esta noción es que las empresas aseguradoras debemos trabajar en la gestión de tendencias y riesgos para administrar y agregar valor a nuestros clientes, generando conciencia a partir del manejo de la incertidumbre y otorgándole a los negocios la capacidad de anticiparse a una tendencia, de reaccionar y de adaptarse a ella.
El manejo de las tendencias nos permite encontrar nuevas oportunidades de mercado. Su importancia reside ni más ni menos que en su capacidad para transformar los negocios, de manera en que puedan volverse sostenibles en el tiempo. Esta capacidad deja expuestas las razones por las que algunas empresas consiguen adaptarse a las nuevas exigencias del mercado y por qué, lamentablemente, otras se quedan en el camino. Este modelo ya conforma uno de los principales diferenciales que ofrece la compañía, otorgando la capacidad de anticipación y revisión del impacto de las tendencias a cada estrategia.
Juan Ramallo es Líder de Líneas Comerciales y Segmento Corporativo de Seguros SURA Argentina