por Marcelo Vázquez Avila
Es un hecho que el coaching se ha impuesto como principal cauce de desarrollo directivo. Varios factores han contribuido a ello, como la creciente complejidad de la labor ejecutiva, que ha de gestionar el presente y anticipar el futuro; madurar emocionalmente para tomar decisiones bajo presión y en un entorno siempre cambiante; elegir a los más talentosos y comprometidos haciendo que crezcan sin que pierdan su propia identidad; la búsqueda de sinergias como equipo y para la organización.
El auténtico coaching se sustenta y fundamenta en la persona como
tal
El coaching es una actividad humana que nos implica como personas, por lo que
su finalidad será alcanzar un bien para el otro y conseguir que el otro sea
mejor. Asesorar es orientar, encauzar adecuadamente hacia un fin bueno. Para
ello es necesario detectar lo
bueno (inteligencia), dirigirse y
dirigir a otros hacia lo bueno (acción de la voluntad) y disfrutar en lo bueno
(afectividad y emocionalidad).
Al ser una actividad personal, significa que este tipo de asesoramiento es una
acción que involucra / compromete a las personas que lo realizan y que lo
reciben. No nos deja indiferentes, o nos enriquece como personas o nos
empobrece y no sólo en la dimensión económica. ¿Qué supone que la persona es el
centro de nuestra actividad como consultores? ¿Qué implicación tiene que esta
actividad conlleve unas grandes dosis de inter personalidad?
La persona como centro de nuestra actividad
La realidad personal del ser humano está en el centro de cualquier aspecto
vital que queramos abordar, tal y como debe ocurrir en nuestra actividad de
consultores.
Hablar de “persona” es hablar de relación, y toda relación humana posee un
sentido ético, por lo tanto es importante recordar que las relaciones
económicas y empresariales no escapan de este sentido ético que debe acompañar
a cualquier relación humana. Para mejorar cualquiera de las dimensiones de la
persona, hay que tener en cuenta que entre todas ellas existe una conexión
íntima y que el beneficio que se le proporciona a una de ellas influye en el
resto.
Toda persona está dotada de una dignidad singular, plena e inalienable, por
ello no se la puede reducir a cosa alguna ni tampoco ponderar su valor en
comparación con otras, ya que en cierto sentido, podemos afirmar que su valor
es absoluto. Cada persona es única, insustituible e irrepetible; por lo que no
puede ser empleada como mero objeto, sino que ella es un fin en sí misma. La
persona debe ser tratada siempre en función de esa dignidad que le es propia y
que posee desde el momento de su concepción hasta su muerte, sin establecer
distinción por razón de su etapa de desarrollo, raza, credo, procedencia, sexo
o cualquier otra condición personal.
La inter personalidad en la gestión del coach
Nuestra profesión nos exige diariamente estar en contacto con muchas personas y
por tanto contiene grandes dosis de inter personalidad. ¿Qué implicaciones
tiene esto? Que vivimos en una continua presencia del otro, con el que buscamos
un encuentro, para alcanzar una auténtica comunión de intereses.
Lo que hace todo coach es discernir entre aquellas personas que están a
nuestro alrededor (presencias), cuales son las idóneas para que reciban nuestro
asesoramiento de coaching y producir una reunión (encuentro) para alcanzar con
el tiempo una auténtica comunión de intereses con ellos (fidelización del
cliente). Por ello es importante profundizar en el sentido de nuestra
actividad, para conseguir ser buenos coaches/asesores y a la vez ir
construyéndonos como auténticas personas.
Las dimensiones personales que debemos tener en cuenta
Cuando localizamos una posibilidad de coaching (presencia) y buscamos un
encuentro para alcanzar una comunión de intereses, debemos tener en cuenta que
las personas a las que nos dirigimos tiene varias dimensiones integradas en su
ser: dimensión física, psíquica, afectiva, social y trascendente.
En la relación con nuestros clientes debemos preocuparnos por él para saber
ocuparnos con él. Preguntar antes por él, que dar explicaciones de nuestra
gestión. La satisfacción del cliente tiene que integrar todas sus dimensiones y
tan importante es preguntarle por una dolencia física o preocupación personal,
como conseguir buenos resultados en la gestión de su proyecto o carrera.
Los clientes, valoran siempre en primer lugar la atención, el seguimiento, la
disponibilidad que les ofrecemos, antes que los resultados, ya que estos
últimos saben que están más en sus manos que en las nuestras.
Todos somos personas y lo que más valoramos es atender y ser atendidos, dar lo
mejor que tengamos y ser correspondidos. Un buen coach, debe ser un experto en
humanidad además de ser un buen profesional en lo suyo. No hay que
olvidar nunca que tratamos con personas que son alguien y no a cosas que son
algo.
Por eso hay que conocer y vivir esa norma de oro que valoran todos los clientes: la disponibilidad y la profesionalidad. Acordarse de él, pensar en él y conseguir que ese cliente cada vez sea mejor profesional y persona.
Profesor De Comportamiento Humano en la Organización Instituto Internacional San Telmo (Sevilla, España)